martes, 3 de abril de 2007

LA REFORMA DEL ESTADO MEXICANO (I)


La reforma del estado se ha convertido prácticamente en una obligación y en un tema que se traduce ineludible para que puedan discutir los legisladores mexicanos acerca del esquema del gobierno ideal que elaborarán, si acaso, al aspirar articular una pretensión incluyente desde algún tipo de nivel mental de su variopinta integración.

Paradójicamente, a los promotores priístas y de los partidos que como ellos, no logran entender los posibles cambios en un umbral desconocido, el tema de la reforma estatal les embarga, por así decirlo, con un odio feroz a todo concepto que los ligue a la democracia y/o sus derivados. Para ellos, la peor peste exterminadora de sus fundamentos y criterios de discrecionalidad y la pérdida de su prototipo de autoritarismo, es, ha sido y será la democracia. Eso no significa que extramuros (como toda secta) expresen lo contrario y las loas a la democracia que no conocen ni por definición, sea el sustento de los panegíricos populacheros.

Por lo que el interés de hacer aplicables sistémicamente los paradigmas reformistas, no se hace creíble, viniendo de quienes vienen los planteamientos de volver obligatorio el debate. Mostrándose inocultable que lo que se quiere tratar tiene doble o triple fondo; y el develar los intereses enmarañados, ya de entrada, presenta una modalidad más o menos novedosa en el arte de descalificar a lo que se supone, se pretende defender o erigir.

La premisa por la que opera el carácter legal de hacerse de discursos y una propuesta final, indica que la reforma del estado mucho antes de nacer; ya adquirió por méritos de sus promotores, toda la desconfianza política posible. 


De hecho no hay nada más que abonarle en la materia de abundar en el desprestigio, porque cuando interviene el PRI y endosa una ley como prerrequisito, está forzando las cosas para que salga cualquier mamarracho y se tenga que aprobar; porque de no ser así, queda en entredicho el legislativo, sus sueldos y comisiones, canonjías y actitudes sobradas.

El problema es que ahora no se sabe cuál es la sustancia de lo que se propone o de lo que se presume es constructivo y que parte es la que ocupa el espacio de la trampa nauseabunda.
En ese mar de inconsistencias se ratifican las dudas y como si fuera poco, aparecen en la prensa escrita las declaraciones de Beltrones el autor de la iniciativa, reconociendo que el PRI está desprestigiado... 


Una muy oportuna declaración, para aquéllos trasnochados que no lo sabían, que sumada al anuncio de una auditoria de la Sra. Paredes, sobre el destino de mil millones de gasto de campaña, nos remite a las prácticas recurrentes de desorden y corrupción del otrora partido invencible.


Pero lo de la reforma política no se sabe tampoco si es para reír o llorar, porque para colmo, aún los propios defensores del antiguo y decadente régimen, entienden que el país está en un callejón sin salida, en una encrucijada que hay que resolver pronto, porque todos los dogmas del nacionalismo revolucionario se están desmoronando y no queda nada en pié de lo que por setenta años vendieron en una briaga política descomunal, en la que se fueron al caño de la demagogia miles de millones de dólares.

Pero antes de seguir con este discurso nada propositivo que mueve a la inacción como forma de retardar los riesgos, primero se tiene que sopesar, la capacidad de protagonizar asumiendo las responabilidades inherentes.




Hay que saber si en verdad hay algún hombre entendido, que se atreva con toda la extensión, a darle la cara a un Diógenes de nuestro tiempo, que con su lámpara y paciencia casi agotadas, solicita que antes de querer estelarizar en la impronta de la redención social, se deben ponderar los costos de manera integral y no cómo se hace con las premisas de las economías clásicas, que en su falacia, presuponen que todo es inagotable incluyendo las riquezas de las naciones.

Porque del análisis de los costos y la evaluación de los daños que causan las ocurrencias benefactoras hechas gobierno, surgen el tipo de alegatos que a muchos de los politiquillos de la burocracia tricolor cuando encabezaban las nóminas de la farsa administrativa, no los dejaba dormir, porque cuando veían los dos lados, el amable y el de pagar facturas, caían en cuenta con todas sus letras, de la verdad de los profundos fracasos de la llamada revolución y de la miseria apologética que pretendía ocultarlos.

Por eso lo que se pagaba tenía que ver con la habilidad por aparentar una simulación de excelencias en dramatización; y los burócratas cercanos, no tenían más remedio que recurrir en carácter de empastillados a afrontar las confusiones, que siendo sólo verdades llanas, los aterrorizaban, y no a todos, porque el conglomerado de jefes se hacía cínico, cómo profesión de fe política, sino a los pocos que todavía les quedaba un leve de moralilla, hoy en desuso y prácticamente inexistente, porque había que hacer como si nada hubiera ocurrido, para evitar cuestionamientos de conciencia.
Pero lo que se trata no es recordar sino replantear la jugada de la reforma del estado, que cómo se ha intentado decir, revela que a falta de generosidad legislativa y en carencia total de proyectos ejecutivos, los mexicanos nuevamente vamos a ser lanzados a un macro desengaño más, producto de la cultura inveterada idolátrica que le destina todo bien a lo inexistente o a lo intrascendente; para que después de la decepción, caer en una depresión gregaria que llena antros y cantinas, al borde de las insatisfacciones de suyo preestablecidas.

Pues en ese ciclo de lamentaciones y no en ningún otro, aunque pronto llamen a los académicos y los grupos que se alquilan como el Nexos, para darles legitimación, es donde se inscribe la reforma del estado, que con un atrevimiento, a todas luces, ese sí excepcional, le da un carácter de rigor obligatorio, a la capacidad de los legisladores de pensar a fuerzas, de entrar en un trance de negociar, dicen, el nuevo México, no, y por supuesto que la referencia no es a Nuevo México, el de Richardson- porque ya tiene dueño-, ese jirón gigante, por cierto como recordatorio histórico que hace mucho fue desligado también contra su voluntad, de la mar de inconsecuencias del sistema de la lucha del poder mexicano, que no de la política mexicana que no acaba de existir con plenitud.

Ese nuevo modelo que saldrá según los pris de la cabeza de los legisladores, es el que hipotéticamente va a operar en la nación y en ese orden de balandronadas, la puntada ha llegado hasta la temeridad de autocargar con esa responsabilidad legalmente. La demostración unánime fue la votación en el senado.

Aún cuando realmente si son sinceros, (lo que es imposible y contrario a la naturaleza de los escañeros), revelarían que las coincidencias de las camarillas multipartidistas se centran en quitarle poder al presidente, que es lo que subyace en el fondo, y que por lo mismo, explica la eficacia del nodo de cohesión de los irreconciliables.

Esa responsabilidad, que dirían patrióticamente, se impusieron, al grado de que no podrán escaparse, resulta chusca como en el cuento de primaria, que alude al poeta laudatorio de Santana, González Bocanegra, a quién tuvo dicen, que encerrar su mujer para obligarlo a sacar algo, y así obtener descanso en su alma casi improductiva. Eso se afirma porque en resultados legislativos no se puede hablar de honrosas excepciones, si acaso de figuras aisladas, porque los que manejan los panderos, ni son honrosos, ni han hecho aportaciones excepcionales. De los demás, los que a ciencia cierta no saben que hacen ahí, sólo asoma el destino de las disciplinas forzadas, propias de los sistemas no deliberantes.

RESTARLE PODER AL PRESIDENTE.HASTA AHORA, ÚNICO OBJETIVO

Entonces, es cuando surgen las interrogantes y después de la votación de los senadores ha emergido el debate en los cafés, para nada en la pasillada institucional, el comentario de la remembranza de a toro pasado, o la clásica anécdota de tapar el pozo con los cadáveres de los niños adentro, y es en ese contexto que amanece la duda bien justificada de la autenticidad de la bonhomía del famoso acuerdo, el casi unánime, tanto de raro y extraño, que hasta se dieron cuenta en Los Pinos, que lo que se fraguaba era quitarles lo poquísimo que les dejó Fox que verdad sea dicha a su vez, desmanteló Zedillo, que con el pretexto de una causa superior, aparentemente dotar al país de una ingeniería vendida cómo de alta eficacia, en la misma escala mercadológica como se han ofertado muchísimos autoproclamados proyectos innovatorios, lo que se jugaba era reducir más, el elegantemente definido margen de maniobra del ejecutivo.

Con esos pretextos le quitarían al presidente más la capacidad de formular nombramientos, le impondrían un primer ministro, un canciller de hierro, único con dobles atribuciones, ejecutivas y legislativas, para hacer realidad el sueño de Reyes Heroles, de Muñoz Ledo, de Manuel Bartlett y devenido en pobreza icónica con Santiago Creel.

Un jefe de gobierno que junto con la imovilización masiva de burócratas de medio pelo, que se llama servicio profesional de carrera, permita con amplitud que ya no se haga absolutamente nada, que todo se aparente y que lo único permisible sea seguir los designios que han maracado los seudo técnicos de los mapas mentales del pasado reciente, los contadores públicos de Ramón Aguirre con sus contralorías repetitivas e inútiles y los administrativos expertos en sobregestión interna, todos ellos ejércitos certificados en la simulación mas legitimada y hasta legítima con carácter de ley ni más ni menos...

Y así fue hasta que se evidenció que era la única reforma que pegaba, que les cayó el veinte, de lo que los senadores se frotaban entre manos y realmente algo pasó que se salvaron, porque aunque la jugada en contra prosperaba por la linea ligera; de todas maneras estaban inermes, porque en realidad no veían toda la malicia de los Monreales y de otros profesionales del embarque, para concientizarse de que la pretensión, no siendo ellos los del mando, era de que México, se sumiera en la peor de las rebanes anarquizantes, de los que tienen experiencia de sobra y que para muestra habría que ver, los que le fabrican todos los días a Amalia García, la hija del cacique priísta zacatecano hoy fémina prócer de la izquierda -palabra que por definición implica la acción bondadosa de repartir lo ajeno-… (sigue la rerforma II )

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