martes, 10 de julio de 2007

El pluralismo político de la Baja Edad Media y el Renacimiento: las repúblicas italianas en el siglo XIII.




por Omar Ruíz Ortega *



La idea de libertad en las ciudades italianas

Es desde el siglo XI, cuando comienzan a surgir las Repúblicas en el norte de Italia, pues el Sacro Imperio Romano Germánico se debilitaba debido a la desaparición del sistema feudal en esa zona de Europa, es decir se fue perdiendo el reconocimiento de la autoridad del Emperador en el norte de Italia.

Las Ciudades establecen una nueva forma de organización política, ya que no creían que la monarquía hereditaria fuera el modelo político a seguir. La organización que tenían era muy sencilla, a finales del siglo XI, eran dirigidas y representadas por dos cónsules, los cuales eran elegidos popularmente y cambiados cada año, eran asesorados por un consejo formado por miembros de la ciudad[1]. Esta forma de gobierno se difundió por diversas regiones del norte de Italia, que a la postre cuando llegó tal noticia al Emperador Otton, decidió emprender la marcha hacia Italia.

Ya a mediados del siglo XII y una vez consolidada y difundida esta forma de gobierno en la Lombardía y la Toscana, vuelve a tener una modificación en su configuración, pues abandona la forma consular por la del podestá, quien es un funcionario elegido de manera popular y era asesorado por dos consejos, uno que era popular, otro que era más reducido que el primero y se le denominaba secreto. Este funcionario tenía diversas facultades, entre las principales estaban la de administración, representación, dirimir conflictos o jurisdiccional. Así mismo al final de su mandato las cuentas de la ciudad que entregaba eran sometidas al escrutinio del consejo popular. En resumen, esta forma de gobierno otorgó a finales del siglo XII una libertad o autonomía de facto a las ciudades del norte de Italia, mas no así de iure pues nominalmente seguían bajo el dominio del Imperio.

Como consecuencia de esta forma de gobierno, las ciudades administraban sus propios recursos, lo cual permitió que llegaran a constituir verdaderas potencias económicas en su época en toda Europa, además de que floreciera el arte como en ningún lugar hasta entonces; por todas estas razones y al creciente debilitamiento del Sacro Imperio Romano Germánico a lo largo de dos siglos, éste hace intentos por recuperar y poner bajo sus dominios a las Ciudades del norte de Italia, sin obtener éxito alguno[2].

La defensa de las libertades de estas ciudades siempre fueron constantes, sin embargo, no tenían un pleno conocimiento de la defensa de su derecho de libertad, sino más bien hacían una defensa de sus constituciones, es decir del derecho a autodeterminarse, a ser autónomas respecto de la potestad Imperio.

Es importante recalcar que la idea de libertad en el siglo XIII tuvo dos significados: a) independencia frente al Emperador y b) el derecho a mantener sus formas de gobierno, por otra parte las propias ciudades saben que su independencia del Sacro Imperio es de facto y no de iure, y así lo manifiestan al Emperador Barbarroja a finales del siglo XII al firmar la Paz de Constancia, es decir, nunca le niegan el derecho que tiene sobre dichos territorios.

En las ciudades del norte de Italia surge la escuela jurídica de los Glosadores[3], y tratan de seguir ortodoxamente lo establecido en el Corpus Iuris Civilis; principalmente al reconocer que la autoridad máxima proviene del Emperador, por lo que afirman el derecho del Emperador sobre las Ciudades italianas y niegan las facultades que ejercen las ciudades como lo es la de la propia designación de sus autoridades. Esta posición de los juristas Glosadores perdura a lo largo de los siglos XII y XIII.

Es a comienzos del siglo XIV cuando el jurista post glosador y el más importante de la Edad Media, Bártolo de Sassoferrato, cambia la forma de pensar que se venía desarrollando a lo largo de los siglos anteriores, es decir, da la forma jurídica para la defensa de las libertades de las Ciudades – Estado italianas frente al Imperio. Si bien es cierto que parte del mismo punto que los Glosadores, es decir, reconociendo la autoridad del Emperador frente a las Ciudades, también hace la aclaración que sólo si la ciudad no está sometida de facto a la potestad del Emperador, le es válida la elección de sus gobernantes, la determinación de sus cargas y contribuciones, así como la forma de gobierno que pretendan tomar. De ahí que en uno de sus comentarios al Digesto señale que Rex in suo regno Imperator est[4] , que en el caso de las ciudades del norte de Italia significa que El gobernante es emperador en su propia ciudad.

Es a mediados del siglo XIII cuando da inicio la transición de los gobiernos medievales a los que podríamos denominar pre-renacentistas, ya que con el auge del comercio, los burgueses comienzan a aspirar a las magistraturas y a ocupar los puestos principales en el gobierno de la Ciudad, sin embargo, éstos no tenían ni voz ni voto en los Consejos, ya que no tenían representación alguna, lo cual fue el inicio de revueltas sociales.

Estos problemas provocados por el asenso al poder por parte de la clase de los comerciantes, hace que surjan caudillos o signores que garantizaran las libertades ciudadanas, por lo que desaparecen las magistraturas para dar paso a cotos de poder encarnados por unas cuantas familias adineradas del norte de Italia.[5]

Es en este momento del siglo XV cuando aparece el término de lo “moderno” en la vida política, ya que las Ciudades italianas transforman de fondo las formas políticas que tienen como característica la exactitud de las formas, y es utilizado por primera vez por el historiador del arte Giorgio Vasari para definir la forma de pensar de los pensadores de finales del siglo XIV[6].



[1] SKINNER, Quentin. Los fundamentos del pensamiento político Moderno. Vol. 1, FCE, México, 1993. p. 23 “El primer caso conocido de una ciudad italiana que eligiera tal forma consular de gobierno ocurrió en Pisa en 1085. En adelante, el sistema comenzó a difundirse con rapidez por la Lombardía así como por la Toscaza: regímenes similares aparecieron en Milán en 1097, en Arezzo en el año siguiente, y en Lucca, Bolonia y Siena en 1125 ”


[2] SKINNER, Quentin. Ibidem. p.p. 24 26.” Federico Barbarroja realiza la primera expedición a Italia en 1154 iniciando su campaña en Lombardía, atacando a los aliados de Milán, que era la ciudad con más libertades y su más ferviente defensora, arrasando la ciudad en 1162, lo cual provocó que se unieran las Ciudades del Norte de Italia en la Liga Lombarda, encabezada por Milán en 1167. Posteriormente Barbarroja regresó a Italia a reafirmar su autoridad sobre los territorios y fue derrotado en 1174, en Legnano obligado a firmar la Paz de Constanza en 1183… Federico II en 1225 hace un llamado a las ciudades italianas a la unidad del Imperio, es en 1236 cuando las ataca y toma Vicenza, y Ferrara para derrotar en 1237 a la Liga Lombarda. En 1239 la Liga toma nuevamente Ferrara, y se apoderan del puerto imperial de Ravena llevando la guerra por toda la Lombardía y la Toscana, en 1248 el Emperador pierde todo su tesoro en la toma de Vittoria y capturan a su hijo en la toma de Módena por la Liga. Los comienzos del siglo XIV el emperador Enrique de Luxemburgo llegó a Italia en 1310 sofocando rebeliones en Cremona y Lodi y poniendo sitio a Brescia en 1311 antes de seguir hacia Roma para ser coronado por el Papa en 1312. Los triunfos del Emperador hicieron que Florencia fuera la nueva defensora de las libertades y se aliara con las demás ciudades para derrotar al Emperador en las puertas de la propia ciudad de Florencia en 1312. ”


[3] Irnerio es el fundador de dicha escuela y redescubre el Corpus Iuris Civilis en el siglo XII.


[4] SKINNER, Quentin. Op. Cit. p.p. 24 - 26 “Ciertamente hay una revolucionaria pretensión política implícita en esta defensa de las ciudades italianas y su imperium: la afirmación de que se les debe reconocer como cuerpos soberanos totalmente independientes. Esta conclusión finalmente es expuesta por Bártolo en forma de un epigrama del que puede decirse que encarna la esencia misma de su ataque a los Glosadores y demás defensores del Imperio. Declara que, cuando las ciudades gobernadas por Pueblos libres, que ejercen su propio Imperium, entonces puede decirse, en realidad, que constituyen sibi princeps, un príncipe en sí mismas. De ahí surge la idea de que Rex in regno suo est Imperator”.


[5] SKINNER, Quentin, Ibidem p.p. 43 – 47 La primera ciudad que tuvo un signori fue en Ferrara en el año de 1264, posteriormente otras ciudades como Verona con Mastino della Scala, Treviso con Gerardo de Cannino, Pisa con el conde Ugolino, Parma, Placencia, Milán con los Visconti..

[6] GONZÁLEZ SOLER, Mar{ia Dolores et alt. Cuestiones y textos de historia de la filosof{ia del derecho, moral y política. Del Renamcimiento a Kant. Dykinson, Madrid, 1997, p. 16.

1 comentario:

Mailén dijo...

Quería agradecer la entrada, porque de verdad necesitaba de esta información y no la encontraba por ningún lado xD ¡Muchas gracias! :D